Día 28/01/2013 - 09.55h
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Fue una de las obras capitales del maestro hasta que Manuela Mena arrojó sobre él dudas que acaban de ser refutadas
ABC
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Desde esa fecha, el cuadro vive encerrado en un altillo blindado de la cámara acorazada de un importante banco de Madrid, como se ve en las imágenes cedidas a ABC. Allí, más que como «Marianito», vive el encierro de un Segismundo,
el protagonista de «La vida es sueño», pues lo fue todo y ahora, si
pudiera, pensaría que aquella vida anterior fue tan solo una «ilusión,
una sombra, una ficción...
El cuadro vive encerrado en la cámara acorazada de un importante banco de Madrid
Iba a ser comprado por el Prado
Más aún. El «Marianito» encabezaba la lista de compras del Prado en 1991, junto con la «Condesa de Chinchón» y otras obras del mismo porte. Era una prioridad para Pérez Sánchez y sus colaboradores, porque el museo acababa de recibir el legado Villaescusa, la herencia de un abogado que donó 7.000 millones de pesetas.
Se acordó la compra del cuadro. Hubo una oferta del Prado de 800 millones de pesetas
Justo antes de la reunión del Patronato que en 1993 iba a aprobar la operación, Manuela Mena -recién reincorporada de una baja maternal- comunicó a Garín sus dudas sobre la autoría. Un antiguo patrono recuerda que la discípula de Pérez Sánchez hablaba de una intensa intuición al respecto, en un tiempo en que estaba con Juliet Wilson preparando la muestra «Goya el capricho y la invención», que fue criticada como el inicio de una limpia de obras de Goya que su «ojo» experto consideraba dudosas. Garín debió quedarse lívido y convocó una reunión urgente
de su comité científico asesor, formado por Alfonso Pérez Sánchez, José
Manuel Pita Andrade (ambos exdirectores del museo y con buen «ojo»),
Jesús Urrea, Manuela Mena y él mismo.
Batalla verbal contra todos
Se cuenta que la reunión tuvo el tono de una batalla verbal en la que Mena defendió contra el criterio de todos su «intuición». La entonces jefa de investigación sembró las dudas de manera que la única opción ética del director iba a ser dar tiempo para investigarlo y abortar la operación con el Patronato convocado y el trato cerrado. Las consecuencias fueron difíciles de gestionar.
Para su dueño, Beltrán Osorio, fue un mazazo. Enfermo, murió en febrero de 1994
Antiguos patronos consultados por ABC recuerdan haber oído que algunos coleccionistas de fortuna se interesaron por el cuadro
al conocerse la noticia de que el Prado renunciaba a la compra, aunque
tal vez sus ofertas no se ajustaban al precio de un Goya indiscutible.
Citan los nombres de Juan Abelló y de Alicia Koplowitz, aunque advierten que es imposible de comprobar. El duque dejó el cuadro a sus cinco hijos, a los que ninguna oferta satisfizo.
Nunca hubo unanimidad
En mayo de 1994 dirige el Prado José María Luzón, que recuerda lo delicado del asunto: «Me encontré con una venta abortada
y tuve que resolver los problemas jurídicos, puesto que se había
consumado “como Goya”». A finales de 1994, y a falta del informe
solicitado a Mena, el Prado propuso confrontar las dudas con otras opiniones solventes.
Julián Gállego, Pita Andrade, Pérez Sánchez y Felipe Garín realizaron
informes. Luzón recuerda que el de Gállego era el más entusiasta
defensor de la autoría de Goya y también que el de Pérez Sánchez se
mostró, en aquella ocasión y por primera vez, ambiguo. Pero nunca hubo unanimidad, tal vez sí temor.
En 1996 Mena publica su informe. No tuvo consecuencia científica internacional
Ioannes Osorio, el actual duque de Alburquerque, asegura a ABC que «estamos, como siempre, dispuestos a prestar el cuadro para
su exposición cada vez que nos sea solicitado, incluso si se plantease
un depósito lo hablaríamos». Sobre lo ocurrido en vida de su padre,
afirma que «no tenemos ningún problema con el Prado. No fue el Prado quien puso en duda el valor del cuadro, sino una persona del museo. No hay una carta oficial diciéndonos nada y no hemos leído ese informe, sencillamente no nos consta». Para la familia, «sigue siendo un cuadro muy especial y un objeto muy valioso».
Una de sus hermanas, Cristina Osorio, considera «muy raro lo que ocurrió: para mí es un Goya, pondría la mano en el fuego». Además, cree que es muy injusta la situación actual: «Si seriamente creen que no es de Goya, ¿por qué mantiene la protección de BIC y la prohibición de exportarlo? Deberían permitir una venta, por coherencia, llegado el caso. En una caja fuerte no hace nada, es una pena».
Epílogo
El pasado octubre hubo una novedad. En una reunión científica celebrada en Valencia, Jesusa Vega y Julián Vidal refutaron punto por punto el informe de Manuela Mena,
poniendo de manifiesto la singularidad y debilidad de algunas de sus
opiniones frente al resto. Quienes escucharon la ponencia y esperan su
publicación afirman que habrá un antes y un después. «La tesis de Mena fue desmontada científicamente con
una contundencia enorme», afirma un asistente al evento. Y añade que
«hay una pugna desde el Prado por ser la única voz autorizada para
autentificar Goyas, por eso Mena dudó de "El Coloso" y "La lechera de
Burdeos"».